"Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban con él en el arca" Génesis 8:1
Hay un festival chino llamado Qing Ming, el cual es un tiempo de duelo por los parientes fallecidos. Durante este festival siempre se arreglan las tumbas y se dan caminatas con los seres queridos por el campo. La leyenda dice que el Qing Ming comenzó cuando el comportamiento grosero e insensato de un joven tuvo como resultado la muerte de su madre. Así que él decidió que de allí en adelante visitaría la tumba de su madre cada año para recordar lo que ella había hecho por él. Es triste pensar que él no se acordó de su madre hasta que ésta murió.
¡Cuán diferente es la manera en que Dios nos trata! En Génesis, leemos cómo el diluvio destruyó el mundo. Sólo sobrevivieron aquellos que estaban con Noé en el arca. Pero Dios se acordó de ellos (8:1) y envío un viento para secar las aguas y para que ellos pudieran dejar el arca.
Dios también se acordó de Ana cuando pedía un hijo (1 Samuel 1:19). Él le concedió a Samuel.
Jesús se acordó del ladrón moribundo quien dijo: «Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino». A lo que Jesús respondió. «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23:42-43).
Dios se acuerda de nosotros dondequiera que estemos. Nuestras preocupaciones son Suyas. Nuestro dolor es Suyo. Encomiéndale a Él tus desafíos y tus dificultades. Él es el Dios que todo lo ve y que se acuerda de nosotros como una madre se acuerda de sus hijos y espera satisfacer nuestras necesidades.__
Reflexión: Saber que Dios nos ve trae tanto convicción como consuelo.
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