OBEDIENCIA

lunes, 7 de junio de 2010


OBEDIENCIA
 
 El viaje apenas había comenzado cuando el pueblo de Israel enfrentó su primera prueba. Con el Mar Rojo por delante y los egipcios por detrás, el temor fácilmente podría haberlos hecho rendirse. El enemigo de Dios sabe que es en el principio de la peregrinación de la fe que uno es más susceptible (Marcos 4:4-7). No obstante, Dios no dejaría que su pueblo fuera esclavizado otra vez. Por medio de la fidelidad y la obediencia del siervo del Señor, el pueblo derrotaría sobrenaturalmente a sus adversarios.

Obediencia a la Palabra de Dios es de suma importancia para que ocurra una victoria espiritual. Imagine el desastre que pudiera haber ocurrido si Moisés hubiera considerado el mandato de Dios de extender su vara como una orden necia e innecesaria. Qué tragedia para Israel si no hubiera caminado obedientemente por el camino divinamente creado por Dios.
Este pasaje demuestra un principio importante en el reino de Dios: que los elementos humanos y divinos son necesarios para terminar la tarea con éxito. Como representante de Dios, Moisés fue fiel en hacer lo que se le mandó. Israel tuvo que disponerse a marchar hacia donde el mar había estado el día anterior. Pero cuando Dios hizo el milagro y su pueblo respondió en fe, la victoria fue de ellos.

Cuando Moisés obedeció. Dios respondió tal como había prometido. Noten que el versículo 21 menciona que aunque Moisés extendió su vara, fue Dios el que partió las aguas. Noten también el mismo énfasis en los versículos 24 y 27 donde el Señor recibe la gloria por haber traído la derrota de los enemigos de su pueblo.
El éxodo y las poderosas obras de Dios produjeron un pueblo cuya identidad fue transformada radicalmente. Israel respondió en la forma más apropiada: expresó alabanzas y adoración al Dios que es grande en misericordia y poderío. (Éxodo 15:1-19)

En el éxodo Israel vio a Dios revelado de una manera nueva. Ellos vieron su supremacía sobre todos los dioses falsos, y también que se interesaba por el bienestar de todo su pueblo. El Dios revelado en Éxodo era un Dios cuyo poder y soberanía cubrían los cielos y quien se interesó personalmente en la gente común. Esto es cierto hoy también. El Dios todopoderoso escogió librar del pecado a todo aquel que viniera a El por fe en su hijo. Y no hay otro ejemplo más claro del cuidado que Dios tiene por la gente común que su propia identificación con la humanidad en la encamación.

Cada uno de nosotros debe reconocer que necesita su propio éxodo. Hemos nacido dentro del cautiverio y la opresión del pecado y el egoísmo (Romanos 3:23). Para los que han alcanzado la libertad en Cristo, la vida cristiana sigue siendo una demostración continua de la liberación de Dios en nuestra vida hemos sido librados de la ira, el orgullo, la deshonestidad, y otras muchas tentaciones.
Sin embargo, la clave es obedecer. La única forma en que tendremos nuestro propio éxodo es obedecer fielmente el plan de Dios. Los israelitas tuvieron que poner la sangre de un cordero o cabrito de un año en los postes y en el dintel de la puerta como señal de obediencia; una vida tuvo que ser sacrificada simbólicamente para que muchos fueran salvos. Esos sacrificios señalaron hacia el sacrificio eficaz de Cristo en la cruz. Así como Israel, nosotros debemos seguir el plan de Dios para ser salvos de la esclavitud del pecado.
No olvidemos que "estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida" (Mateo 7:14). Habrá muchas ocasiones en nuestra jornada en que enfrentaremos tiempos críticos de prueba, tiempos cuando parece que habría sido mejor quedamos en el "Egipto" de nuestra antigua vida. En esos momentos veamos con fe al Señor. Los tiempos de prueba son oportunidades para que veamos la poderosa mano de Dios obrando a nuestro favor.

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